La evolución del cerebro y la mente humana
El cerebro y la mente
Hace más de un siglo Charles Darwin publicó el Origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida, en esta obra Darwin recopiló las experiencias de sus últimos veinte años y llegaba a la conclusión de que algunas de las especies que conocemos procedían de otras, dando así el inicio de lo que en la actualidad se conoce como la teoría de la evolución.
El mito de la creación
Antes de que se publicara esta obra, nadie dudaba del mito de la creación del hombre por la mano divida que se encuentra en las escritura bíblicas. Incluso hasta se había fijado una fecha fecha precisa en la que el hombre había sido colocado por Dios en el Jardín del Edén, el año 4004 a las siete de la mañana.
A pesar de haber pasado tantos años desde su publicación, esta teoría, aunque con ligeras variaciones, sigue vigente. En la actualidad es difícil encontrar un biólogo, o un científico, que no acepte su validez en términos genéricos.
El origen de las especies
La teoría del origen de las especies es aceptada por la mayoría de los investigadores, y cala en nuestras mentes. Aunque existe una inmensa probabilidad de que el ser humano proceda de lo primates no humanos que lo han precedido, y que ha evolucionado a partir de ellos mediante una serie de adaptaciones.
De acuerdo a la ciencia moderna, estas adaptaciones han creado un cerebro compuesto de un mosaico de estructuras cognitivas surgidas producto de años en respuesta a determinados requerimientos del entorno.
Es probable que el crecimiento del cerebro haya permitido esta evolución y se debe al desarrollo de nuevos sistemas de representación de la realidad.
En biología y medicina, la teoría de la evolución ha sido incorporada más fácilmente al acervo de ideas que conforman la mente de biólogos y médicos, como era de esperar.
Asignaturas como la anatomía y fisiología comparadas analizan la evolución de determinados órganos o funciones. No obstante, cuando se llega al cerebro, se percibe una actitud reacia a aceptar, incluso entre los mismos especialistas, que la mente humana sea producto de la evolución.
La postura cartesiana
Puede explicarse esta resistencia si partimos de una postura cartesiana y consideramos la mente como algo independiente del cerebro, y de naturaleza distinta, sobretodo.
Los pocos dualistas cartesianos que quedan se ven y se desean intentando explicar cómo pueden interaccionar dos entes de distinta naturaleza.
Pero hay que considerar a la mente como algo inseparable del cerebro y, aun cuando son cosas diferentes, su naturaleza no es diferente hasta el punto de que puedan considerarse de forma independiente, por consiguiente, si se desea analizar la evolución de la mente, será necesario analizar el cerebro.
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